viernes, 30 de marzo de 2012

Algo así



Llegar a casa y encontrarte, pero no todos los días. Solo algunos, y sin saberlo. Así tengo tiempo de extrañarte y no sufro la ansiedad de esperarte.

Levantar el teléfono a cualquier hora, de noche, cuando estoy desvelada. Poder hablarte hasta quedarme dormida, mientras te quedas escuchándome entre harto y compasivo.

Abrazarte con el cuerpo y con el alma, dejarme caer en el abrazo, soltar las mochilas. Poder mirarte a los ojos y sonreírte, y no tener necesidad de decirte nada.

Abandonar los discursos afectados, las conquistas insignificantes, las salidas a lugares que no me gustan, la sobrevalorada soltería.

Entregarme a vos, sin darme cuenta, de a poquito, olvidándome de todo lo que hasta ahora me mantuvo lejos. 

Cuidarte en tus gripes, volver a tener ganas de ir al cine, que me conozcas en pantuflas y despeinada, reconocer tu olor en la almohada cuando ya te fuiste. Tomar café a las corridas, por la mañana, parados en la cocina. Agarrar la ruta un viernes por la tarde y desaparecer hasta el domingo, con el sol siempre pegando en el parabrisas. Leer por las noches, acostados uno al lado del otro, cerrar los libros y besarnos.

Algo parecido a eso solía ser el amor. Pero no estoy muy segura.