sábado, 5 de octubre de 2013

Plan absurdo

Enamorarse le parecía el mas absurdo de los planes. Sin embargo esa mañana cuando despertó, sintió que era bastante posible que hubiera sucedido.

Hacía tiempo que había dejado de sentir alegría al pensar en alguien, y eso era para ella sinónimo de enamorarse. Estar enamorada era estar alegre, la hacía sonreír, cantar, sentirse llena de ganas de hacer cosas. Veía lejana la posibilidad de que volviera a suceder, aunque no perdía las esperanzas.

Fue por eso que a pesar de que todavía sentía algunos dolores antiguos y otros mas nuevos, se había dispuesto a dejarse sorprender cuando del otro lado de la pantalla él tipeaba unos cuantos numeros y la invitaba a cenar. Lo dudo un poco, no estaba acostumbrada a este sistema ni a los hombres concretos. Dejó pasar algunos días antes de responderle, hasta que finalmente se encontró escribiéndole un mensaje un Viernes por la noche.

Después, el encuentro. Natural, impensado. Fluyeron las palabras, las miradas, se dejaron ver, se vieron. Y entonces, así como había escrito en alguna parte alguna vez, volvió a creer que podía ser posible.

Decidió que iba a dejar de lado todas las posturas absurdas que conocía, que no iba a dejarse tentar por los mismos viejos errores, que se iba a permitir ser ella misma por una vez en la vida, pero esta vez la mejor versión de ella misma. Decidió también que iba a mirarlo siempre con ojos honestos, que le contaran quien era él. Decidió dejarse llevar y hasta volver a confiar. No había manera de no hacerlo cuando él la miraba con sus ojos transparentes y le mostraba toda aquella claridad. Supo de alguna manera que podía seguir sus impulsos, porque él la había tomado de la mano con firmeza y ella se había sentido segura.

Esa mañana cuando despertó y él fue su primer pensamiento del día sonrió y supo que el plan más absurdo estaba en marcha. Y se dispuso a disfrutarlo.