jueves, 25 de abril de 2013

Señales


Una amiga me convenció. Me parecía ridículo pero al final dije ¿por qué no? Me había nombrado un par de sitios de estos para encontrar "pareja". Entré a todos. Si iba a hacer el intento mejor que jugara en la Nacional, Provincia y Montevideo. 

Primero tuve que pensar un apodo, y la verdad que no fui muy osada. Recordé que hace algunos años, un grupo de armenios con el que trabajaba en el Once me había bautizado "Vikka", que según decían era mi nombre en armenio, ¿o era en ruso? Porque también había rusos en ese lugar. Ahora que lo pienso dudo un poco sobre el origen del apodo... En fin. Fui Vikka, 34, separada. Elegí una foto bastante decente y me lancé al universo de encontrar hombres por Internet  En realidad un hombre, no es que anduviera buscando muchos tampoco. Con uno me alcanzaba. 

El primero que conocí era un poco menor que yo, espléndido, joven, lindo. Conocer nunca lo conocí, a decir verdad. Apenas nos escribimos, llamamos por teléfono y mandamos mensajes durante un tiempo, todos los días, a cada rato. Sucede que al tercer o cuarto día de hablar durante horas me dijo que estaba enamorado de mí. Eso debió resultarme raro, pero en cambio respondí con naturalidad. Le dije que a los fines de poder responderle a semejante declaración, mejor nos encontrábamos primero a tomar un café. Pero él ya estaba haciendo planes de viaje para los dos, montado en una novela que él mismo había escrito. Ah sí, porque era escritor. Y me escribía mucho. Mucho realmente. Me escribió tanto que me cansé de leerlo. Además la novela tomó giros inesperados, y no pude adaptarme al guión. Había de todo: escenas de celos, reclamos, amenazas, llamadas de madrugada. Se volvió una de terror. Demasiado para mí, dije, y para muestra basta un botón. 

Me decepcioné un poco ante esta primera experiencia, pero no me di por vencida. Locos hay en todas partes. ¿O no?

Mi segunda experiencia fue un poco más normal, apenas. Él me pasó su celular, yo le escribí y arreglamos para salir. Me pasó a buscar y todo, ¡y en auto! Porque hubo otro que se había ofrecido a venir a buscarme en traffic. Me pareció mucho... Yo tengo la cabeza bastante abierta, y no soy muy exigente la verdad, al menos no en este sentido más superficial. Pero ¿en traffic? Además de tanto mirar series yanquis, lo de la traffic me dio muy "psycho". No me animé. Pero me estoy yendo por las ramas... Volvamos a la cita normal. Descorazonada a causa de otro sujeto al que prefiero no recordar, me lancé a esta segunda cita originada en el mundo virtual. 

En el medio hubo flores, desayunos en la cama, cenas románticas y tutti li fiocchi. Me había hecho ilusiones, no voy a decir que no. Pero cuando empezó a hablarme de que había hombres que lo seguían, yo debí haber atendido la señal de alarma. Soy propensa a ignorar las señales igual. Vos me ponés un cartel enfrente, uno grande que diga "por aquí no" y yo agarro por ahí seguro. Tal vez su trabajo sea realmente importante, pensé. Había cuestiones políticas en el medio así que era bastante posible. Démosle el beneficio de la duda. Lo cierto es que al poco tiempo no supe más nada de él. Tuve miedo de llamar a su celular, y a su casa ¡ni loca!  ¡Si me dijo que tenía la línea intervenida! No, yo esos riesgos no puedo correr.

A veces mientras miro la tele imagino que va a aparecer en el noticiero una foto suya y un epígrafe del estilo "se desconoce el paradero". Después me río, sola, con la notebook sobre la falda mientras navego por sitios para buscar pareja. Porque para ser sincera, yo me hago la  boluda, pero las señales de alarma las veo...




lunes, 8 de abril de 2013

Helter skelter

"Siempre fuimos lo único constante en la vida del otro. Vos y yo resistimos. 
Quizás de eso se trate el amor, de resistencia". 


Yo nunca me había puesto a pensar que había distintas formas de siempre.  
Siempre quiere decir "en todo o en cualquier tiempo". Y también quiere decir "cada vez que se da una situación determinada". 
Yo pensé que lo que quería era un siempre de los primeros, un siempre constante, metódico, sistemático. Uno que se diera en todo o en cualquier tiempo. Todo el tiempo, bah. Aunque fuese a terminar alguna vez. 
Pero después lo pensé mejor, y me decidí por un siempre que sólo fuera a veces. Éste es más bien un siempre del segundo tipo, que se da sólo en situaciones determinadas y que no tiene un final previsto, como el otro. 
Yo prefiero nuestro siempre. Aún cuando sea un siempre discontinuo y desordenado. 
No quiero que vivamos felices por siempre, no. Vivamos felices a veces. 
Tenemos la opción de tenernos siempre, cada vez que queramos. La posibilidad de ser inconstantes en lo inmediato pero sin la certeza de un final anunciado.
Porque al fin y al cabo, lo interesante quizás sea permanecer, resistir al tiempo, aún en la inconstancia, en la locura, en el caos.
Yo quiero irme y volver, siempre. O al menos cada vez que se de una situación determinada...