lunes, 4 de junio de 2012

Tea for two

Podemos tomar  el té y puedo llevar brownies adivinando que te gustan.
Podemos mirar el partido y sufrir por River Plate, como es tu costumbre, mientras cambiamos el té por el mate, y te quejás porque le puse azúcar...
Más tarde podemos hablar acaloradamente sobre nuestras diferencias políticas e ideológicas aunque vos digas que en política no existen las ideologías y te indignes con mi frase que afirma que "el fin justifica los medios" (y no precisamente los hegemónicos).
Podés pedirme permiso y abrazarme, y yo voy a dejar que lo hagas porque sabés que me gusta. Y también voy a consentir que me robes un beso, o dos, o varios.
Podemos quedarnos dormidos en el sillón más incómodo del mundo sintiendo que es el mejor. Y hasta puedo tolerar ver tu programa preferido de los Domingos a la noche, y reírme de las críticas más duras asumiendo que algo de certero tienen.
Podemos hablarnos, mirarnos, sentirnos y hasta hacernos algunas preguntas... pero no demasiadas. Y hasta puedo leerte la  mente si me lo propongo. Sabé que tus ojos hablan, y acabo de descubrirlo.
Te hago una invitación, aún sabiendo que podrías rechazarla. Podemos encontrarnos compartiendo algo más cada vez, dejando que todo eso que se movilizó nos siga animando.
Y podés volver a invitarme a que me quede con vos, es probable que esta vez diga que sí. Siempre y cuando haya un té como el de ayer, un día no muy lejano.




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